Actualmente, existen aproximadamente 2.000 ciudades en todo el mundo que han incorporado tecnologías propias de las smart cities, concebidas para mejorar la calidad de vida mediante el uso de tecnología y activos inteligentes.
Las cifras muestran un aumento de las tasas de urbanización, por lo que podría ser el momento adecuado para evaluar, gestionar y mejorar aspectos de nuestras ciudades con el fin de adaptarlas y fortalecerlas.
¿Qué es una smart city?
Según la Comisión Europea, una smart city utiliza sistemas de Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) y otras tecnologías para aumentar la eficiencia, mejorar la conectividad y ofrecer una mayor calidad de vida a la ciudadanía.
Estas ciudades mejoradas tecnológicamente están diseñadas para ser más eficientes, más seguras y más fáciles de transitar. La sostenibilidad es también un factor clave en el desarrollo de las smart cities, ya que cuentan con infraestructuras diseñadas específicamente para reducir la huella de carbono de la ciudad y promover el uso de fuentes de energía renovables.
La conectividad también es un factor importante, ya que mejora la eficiencia de las conexiones de transporte mediante sistemas IoT y recopila datos sobre el comportamiento de las personas. Gracias a este tipo de información, los responsables municipales pueden tomar mejores decisiones sobre el desarrollo de las infraestructuras.
Ejemplos de smart cities
Se pueden considerar inteligentes a aquellas ciudades que se caracterizan por ser digitales, ágiles, abiertas, colaborativas y estar centradas en los ciudadanos.
Algunos ejemplos de iniciativas de smart cities son:
- Incorporar sensores en las plazas de aparcamiento gratuitas para gestionar el flujo de tráfico y evitar atascos, como sucede en Barcelona.
- Poner en marcha una gestión de residuos más eficaz, como en Suecia, donde el 50 % de las 4,4 millones de toneladas de residuos anuales se recicla y el otro 50 % se destina a la recuperación energética en plantas de incineración. El calor generado por estas plantas se utiliza para abastecer de energía a los hogares suecos; por ejemplo, en la ciudad de Helsingborg, el 40 % de las viviendas se calienta gracias a esta energía recuperada.
- También se están construyendo viviendas inteligentes, como en Hamburgo, que alberga el primer edificio con fachada de biorreactor. El revestimiento del edificio proporciona aislamiento y protección frente a las inclemencias climáticas, al tiempo que cultiva algas que pueden transformarse en grandes cantidades de biogás.
Sostenibilidad y smart cities
A pesar de ocupar solo el 3 % de la superficie terrestre, las ciudades concentran la mayor parte del consumo de energía en todo el mundo. Teniendo esto en cuenta, muchos responsables municipales buscan formas de hacer que las áreas metropolitanas sean más eficientes desde el punto de vista energético y, con ello, acelerar el progreso hacia un mundo más sostenible.
A medida que las ciudades y comunidades buscan tomar medidas para alcanzar estos objetivos de sostenibilidad, una visión global y una estrategia que implique el uso de tecnologías e infraestructuras inteligentes pueden beneficiar tanto a sus ciudadanos como al planeta.
Cómo construir una smart city
El primer paso para construir una smart city consiste en mejorar lo que ya existe. Las prioridades habituales para los planificadores urbanos suelen ser la movilidad/transporte, los atascos de tráfico, la actividad empresarial y el ahorro energético. También conviene tener en cuenta la gestión de residuos, la contaminación del aire, los problemas de saneamiento y la aglomeración urbana.
Aunque la tecnología es un componente esencial en el desarrollo de una smart city, considerar las necesidades básicas de la ciudadanía y de las organizaciones puede ayudar a los responsables municipales a crear una hoja de ruta con soluciones tangibles, reforzadas con tecnología que permita medir esas mejoras.
Las ventajas de las smart cities
Las smart cities pueden mejorar la vida de las personas creando nuevas oportunidades de empleo, mejorando la salud y el bienestar, reduciendo la aglomeración y haciendo que las comunidades sean más seguras. El informe de la encuesta sobre datos urbanos de BSI reveló que los residentes se benefician más cuando los retos se resuelven dentro de las propias ciudades. También mostró que un mejor acceso a los servicios y equipamientos, junto con la posibilidad de influir en la toma de decisiones, puede generar un impacto positivo.
Y no solo las mejoras físicas en los edificios y las conexiones de transporte son beneficiosas. La capacidad de recopilar datos permite a los responsables municipales gestionar el tráfico, mejorar la asistencia sanitaria y aumentar la eficiencia energética.
Esto es posible en gran medida gracias al Internet de las cosas (IoT), una red de objetos físicos, como dispositivos o vehículos, que incorporan software y otras tecnologías y que pueden conectarse, recopilar y compartir información. Se estima que, en los próximos años, habrá decenas de miles de millones de dispositivos IoT en uso, lo que demuestra el enorme y variado potencial de esta tecnología.
Impulso al crecimiento económico
A pesar de su reducida superficie, las ciudades son zonas densamente pobladas y de gran valor económico. Por tanto, las smart cities pueden contribuir significativamente al crecimiento económico, ya que la innovación y los avances tecnológicos pueden atraer nuevas empresas, crear nuevos puestos de trabajo y generar fuentes de ingresos adicionales.
Si bien el impacto económico de las smart cities puede parecer costoso en un primer momento, el retorno de inversión sugiere que los beneficios a largo plazo derivados de la mejora de los servicios, la sostenibilidad y la calidad de vida superan con creces la inversión inicial.
La evolución de las smart cities
BSI ha creado las normas para smart cities con el objetivo de establecer directrices que fomenten la innovación en infraestructuras y el crecimiento sostenible.