Todos los aspectos de la vida en la Tierra dependen del acceso al agua. Esta permite que la sociedad, tal y como la conocemos, prospere, ya que la seguridad hídrica es esencial para la salud humana, los medios de vida y las economías productivas. El agua es también fundamental para los ecosistemas que sustentan el mundo natural y proporcionan recursos sociales como alimentos, refugio y resiliencia ante los desastres naturales. Por el contrario, la inseguridad hídrica se asocia a un aumento de los conflictos, la inestabilidad política, el desplazamiento de personas y la inseguridad alimentaria, lo que a su vez puede socavar la seguridad nacional, regional y mundial.
En resumen, lograr una sociedad con seguridad hídrica puede contribuir a la estabilidad global, a la prosperidad y a reforzar la resiliencia frente a desafíos comunes como el cambio climático. Sin embargo, un futuro con seguridad hídrica está lejos de estar garantizado. Según el informe del IPCC, la mitad de la población mundial sufre actualmente una grave escasez de agua, al menos durante parte del año. Con motivo del Día Mundial del Agua, la ONU ha destacado que, aunque 3.000 millones de personas en todo el mundo dependen del agua que cruza las fronteras nacionales, solo 24 países cuentan con acuerdos de cooperación para compartirla. Esta situación de inseguridad ha llevado a la ONU a hacer un llamamiento a personas, organizaciones y gobiernos para que trabajen conjuntamente en la gestión sostenible de los recursos hídricos y garanticen un acceso equitativo al agua, contribuyendo así a un futuro más justo y sostenible.
Esta situación nos afecta a todos. Un tercio de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU están estrechamente vinculados al agua, siendo el Objetivo 6 el que se centra específicamente en la disponibilidad de agua y el saneamiento.. Sin embargo, dada la influencia de factores tanto locales como globales, solo podremos abordar este problema con eficacia si reconocemos la complejidad y la responsabilidad compartida que todos los usuarios del agua tienen para actuar en favor de la seguridad hídrica.
Sin duda, las organizaciones tienen un papel único a la hora de ayudar a la sociedad a superar los retos relacionados con el agua y generar un impacto positivo que garantice la seguridad hídrica en el futuro. Comprometerse con una gestión responsable del agua es una forma de generar un cambio positivo: las organizaciones deben comprender y mitigar su huella hídrica y los riesgos asociados. La Alliance for Water Stewardship la define como el uso del agua que es social y culturalmente equitativo, ambientalmente sostenible y económicamente beneficioso, y que se logra a través de un proceso que incluye a todas las partes interesadas y abarca soluciones tanto locales como de cuencas hidrográficas.
Thirst for Change (Sed de cambio), un estudio reciente realizado por BSI y Waterwise, reconoce que es necesario prestar más atención a la gestión del agua, ya que la escasez de este recurso afecta cada vez más a la vida cotidiana de los consumidores, las organizaciones y la sociedad en su conjunto.
Para ayudar a hacer realidad un futuro con seguridad hídrica que ofrezca la posibilidad de generar prosperidad y proteger el mundo natural, las organizaciones pueden hacer lo siguiente:
- Medir y mitigar la huella hídrica
The Water Footprint Network explica que, al evaluar y comprender la huella hídrica de una organización a lo largo de toda su cadena de suministro, es posible identificar los puntos de mayor consumo de agua y priorizar estrategias de eficiencia hídrica en esas áreas.
- Colaborar con la cadena de suministro y las partes interesadas
Mediante la colaboración y la participación de los proveedores, las organizaciones pueden aplicar con mayor eficacia sus estrategias de eficiencia hídrica en toda la cadena de suministro. Más allá de esto, tal y como se indica en Thirst for Change, la colaboración entre una amplia variedad de partes interesadas, como gobiernos, comunidades locales y ONG, puede ayudar a afrontar los retos relacionados con el agua mediante la responsabilidad compartida de los usuarios.
- Apostar por la innovación
El Foro Económico Mundial señala que cada vez se reconoce más el valor de las soluciones innovadoras relacionadas con el agua, y que estos avances tecnológicos son clave para superar los desafíos hídricos a escala mundial. Al adoptar la innovación y aplicar nuevas tecnologías, las organizaciones pueden reducir su impacto sobre los recursos hídricos y aprovechar las oportunidades que ofrecen sistemas como la captación y la reutilización del agua.
- Ser transparentes
Según Smart Water Magazine, al publicar información relacionada con el agua en sus informes de sostenibilidad, las organizaciones asumen la responsabilidad de su huella hídrica y ofrecen a las partes interesadas una visión clara de sus prácticas, objetivos y logros en la gestión del agua. Este nivel de transparencia puede fomentar el compromiso con la gestión del agua, compartir aprendizajes y animar a otras organizaciones a seguir su ejemplo.
El agua, como recurso global compartido del que todos dependemos, debe conservarse con responsabilidad. Colaborar para conservar el agua puede generar un efecto multiplicador positivo, al contribuir a la estabilidad de la sociedad, generar prosperidad y reforzar la resiliencia frente a los retos globales compartidos.
En definitiva, el agua es un derecho humano, esencial para todos los aspectos de la vida y de la sociedad. Tanto las personas como las organizaciones tienen un papel fundamental en la consecución de un futuro hídrico seguro. El cambio no se producirá de la noche a la mañana, pero, al comprometerse con la gestión responsable del agua, las organizaciones pueden acelerar el avance hacia una sociedad justa y un mundo sostenible, mitigando su impacto sobre los recursos hídricos, compartiendo responsabilidades, promoviendo la innovación y sirviendo de inspiración a otras entidades para poner en marcha una buena gestión del agua.