Extraídos de la naturaleza y utilizados como alimento, combustible, refugio, medicina y otros fines vitales, los recursos naturales son fundamentales para el éxito de la sociedad y la salud del planeta. Los recursos naturales pueden ser renovables, como el viento, la madera y el agua, y no renovables, como los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural.
A medida que la población aumenta y la vida humana se vuelve más compleja, la economía mundial consume más recursos naturales, lo que genera desafíos globales relacionados con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y los residuos. Se prevé que la demanda de recursos siga aumentando en las próximas décadas. De hecho, se estima que en 2060 el consumo de recursos alcance niveles un 60 % superiores a los de 2020, ejerciendo una presión creciente sobre los ecosistemas naturales del planeta.
Sin embargo, en 2024 la Perspectiva Mundial sobre los Recursos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que aún es posible revertir la tendencia actual mediante políticas eficaces, actividades sostenibles e innovación. Campañas como el Día del sobrecapacidad de la Tierra evidencian la necesidad urgente de actuar. Cada año, el Día del Sobrecapacidad de la Tierra marca el momento en que la demanda de la humanidad sobre los recursos naturales supera lo que la Tierra puede regenerar durante ese año. El primer Día del Sobrecapacidad de la Tierras se registró el 25 de diciembre de 1971. El objetivo es colaborar, innovar y adoptar soluciones que consigan "retrasar la fecha" cada año. Este año, el Día del Sobrecapacidad de la Tierra cae el 1 de agosto, un día antes que en 2023, lo que significa que la humanidad ha consumido los recursos regenerativos anuales aún más rápido que el año anterior.
Las organizaciones tienen múltiples formas de generar un impacto positivo que contribuya a conservar los recursos naturales esenciales y "retrasar la fecha" del Día de sobrecapacidad de la Tierra. Desde la reducción de emisiones y una gestión hídrica responsable hasta el fortalecimiento de la economía circular, estos son cinco pasos clave para acelerar el progreso hacia un mundo más sostenible:
Reducir las emisiones para alcanzar el Net Zero
La extracción y procesamiento de materiales, combustibles y alimentos es responsable de aproximadamente la mitad de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y de más del 90 % de la pérdida de biodiversidad y el estrés hídrico.. Por tanto, reducir la huella de carbono derivada del consumo de recursos naturales y otras actividades es esencial para cualquier organización. Esto requiere adoptar marcos de actuación creíbles, impulsar cambios transformadores y fomentar la responsabilidad compartida.
Las Directrices de cero emisiones netas de las normas ISO ofrecen un marco común que ayuda a organizaciones de cualquier tamaño y sector a desarrollar estrategias Net Zero sólidas e integrales. Al aplicar principios compartidos, recopilar datos fiables, establecer objetivos significativos y hacer seguimiento del progreso, las organizaciones pueden trazar un camino creíble hacia la reducción de emisiones y, eventualmente, las cero emisiones netas.
Además de desarrollar una estrategia creíble, al implicar a los compañeros en el proceso de alcanzar las cero emisiones netas, las organizaciones pueden animar a su personal a desempeñar su papel en la reducción de emisiones. En Nuestro trayecto hacia cero emisiones netas, compartimos las lecciones aprendidas por BSI en nuestros esfuerzos por lograr el Net Zero en nuestras propias operaciones para 2030.
Comprometerse con la gestión hídrica responsable
Aunque el agua parece abundante, solo entre el 1 % y el 3 % del agua en la Tierra es dulce, y de esta, solo alrededor del 0,5 % es accesible.
A través de una gestión responsable del agua, las organizaciones pueden reducir su impacto sobre los recursos hídricos y contribuir a un futuro con seguridad hídrica para todos. La iniciativa Sed de cambio, una colaboración entre BSI y Waterwise, analiza el reto global de la disponibilidad de agua y ofrece recomendaciones aplicables a distintas regiones y sectores.
A través de la colaboración, la innovación, las opciones inteligentes de consumo de agua y la adopción de una mentalidad de economía circular, las organizaciones pueden impulsar un cambio positivo y ayudar a la sociedad a obtener importantes beneficios, como ser más resistentes al cambio climático y a la sequía, reducir las emisiones, satisfacer las necesidades de una población cada vez mayor, apoyar el crecimiento económico, proteger los hábitats y las especies y permitir un acceso mundial justo al agua.
Operar cadenas de suministro sostenibles
Las cadenas de suministro son redes que conectan a las organizaciones con proveedores y todos los agentes y actores intermedios (particulares, contratistas, distribuidores, proveedores logísticos, socios tecnológicos).
Las organizaciones pueden impulsar opciones sostenibles y apoyar la seguridad de los recursos en sus cadenas de suministro mediante medidas como actuar de forma proactiva en materia de regulación, colaborar con sus socios de la cadena de suministro para establecer objetivos de sostenibilidad, como la reducción de los packaging entrantes y la participación en esquemas de colaboración de reciclaje y recolección, y la obtención y comunicación de datos fiables para realizar un seguimiento de los avances.
Generar confianza en la economía circular
En la economía lineal actual, la extracción de recursos finitos, la producción de bienes y la eliminación de residuos son ineficientes y caras. Del mismo modo, puede poner a las organizaciones en contradicción tanto con los requisitos normativos, como la Directiva Marco de Residuos de la UE, como con las expectativas de las partes interesadas en torno a los objetivos de sostenibilidad. Al adoptar una economía circular (en la que los recursos se reutilizan, se aborda el uso de materiales y los residuos resultantes, y los flujos de residuos se convierten en insumos para una mayor producción), las organizaciones pueden limitar su impacto sobre los recursos finitos, reducir la cantidad de residuos y generar oportunidades de impacto económico positivo.
Respaldar las afirmaciones y los objetivos relacionados con la economía circular mediante la validación externa reconocida es una forma eficaz de que las organizaciones generen confianza, ganen credibilidad entre los consumidores y eviten el greenwashing al adoptar este modelo. El primer paso puede ser la implantación de un sistema de gestión ambiental (norma ISO 14001), que permite establecer una base sólida sobre la que integrar posteriormente los objetivos de economía circular. Para avanzar en este proceso, la norma sobre Principios de la economía circular en las organizaciones (BS8001) proporciona un marco que pueden seguir todo tipo de organizaciones para aplicar un enfoque pertinente y transformador hacia la economía circular.
La circularidad puede aplicarse a cualquier tipo de recurso, incluidos los productos de uso cotidiano, como teléfonos móviles, juguetes, prendas de vestir o muebles. Los fabricantes pueden generar confianza en los procesos y en la calidad de los productos reacondicionados o remanufacturados haciendo que estos sean verificados conforme al esquema Kitemark™ para Productos Remanufacturados y Reacondicionados. Basado en la norma sobre Diseño para la fabricación, el montaje, el desmontaje y el tratamiento al final de la vida útil (BS 8887), este esquema otorga el distintivo Kitemark™ a las organizaciones que demuestran que sus productos reacondicionados cumplen con criterios de calidad, funcionalidad y durabilidad igual o superior al de un producto nuevo.
Gestionar el consumo de plásticos
Aunque no es el único recurso utilizado de forma masiva por personas y organizaciones, la producción mundial de plásticos se ha duplicado desde principios de siglo, alcanzando cerca de 400 millones de toneladas métricas anuales.
Los plásticos se fabrican a partir de materiales naturales como la celulosa, el carbón, el gas natural, la sal y el petróleo crudo. El proceso de fabricación de plásticos implica la extracción intensiva de recursos naturales, el refinado y la destilación, la polimerización y la producción para su uso. Este es también uno de los procesos de fabricación más intensivos en energía del mundo. Y el impacto del consumo de plástico no se detiene ahí. En 2015 se informó de que el 60 % de todo el plástico jamás producido se había convertido en residuos, y hoy en día los residuos plásticos pueden encontrarse en nuestro aire, suelo, agua dulce y océanos. Según datos de las Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se prevé que los residuos plásticos se tripliquen de aquí a 2060, con aproximadamente la mitad acabando en vertederos y menos de una quinta parte reciclándose.
Mediante la medición de su huella de plástico, la adopción de una mentalidad de economía circular y la implicación de sus cadenas de suministro, las organizaciones pueden gestionar de forma eficaz su consumo de plástico y los residuos asociados. Las organizaciones pueden buscar soluciones alternativas de packaging y alentar a su cadena de suministro a hacer lo mismo, establecer estrategias e instalaciones eficaces de gestión de residuos para maximizar las oportunidades de reciclado, involucrar a sus colegas y clientes en sus objetivos de reducción de plástico y animar a las partes interesadas a poner de su parte.
Para mitigar los impactos sociales y ambientales del consumo de recursos, y contribuir a "retrasar la fecha" del Día de Sobrecapacidad de la Tierra, tanto las organizaciones como las personas que las integran pueden tomar medidas dentro y fuera de sus operaciones internas. Un futuro sostenible se basa en un acceso justo y global a los recursos naturales necesarios, en el que la humanidad los utilice a un ritmo que el planeta pueda sostener. Este es el momento de establecer alianzas en toda la sociedad para lograrlo.