La Royal Charter es un prestigioso instrumento de incorporación que se remonta al siglo XIII otorgado por el soberano británico con el asesoramiento del Consejo Privado del Reino Unido que otorga personalidad jurídica independiente, define sus objetivos, constitución y poderes para gobernar sus propios asuntos, y refleja el alto estatus de ese organismo.
En gran medida, no impone deberes o responsabilidades específicas a la empresa.
Hoy en día, aunque todavía se otorgan ocasionalmente a las ciudades, las nuevas Charters se reservan normalmente para organismos que trabajan para el interés público. Estas organizaciones incluyen instituciones profesionales y organizaciones benéficas que pueden demostrar preeminencia, estabilidad y permanencia en su campo particular.