Una mirada a la trata de personas y la migración

Ryan Lynch, Practice Director, Sostenibilidad, BSI

La trata de personas, y el trabajo forzoso que suele derivarse de la misma, puede representar una amenaza persistente para las cadenas de suministro a nivel mundial. Para mitigar el riesgo de la trata de personas en la cadena de suministro de una organización será necesario examinar una amplia gama de amenazas a la cadena de suministro: abusos de los derechos humanos, amenazas a la seguridad, riesgos para la continuidad de negocio y riesgos para la reputación de las empresas. En el Día Mundial contra la Trata de Personas de las Naciones Unidas, que se celebra el 30 de julio, BSI sigue supervisando la amenaza de la trata de personas para evaluar las tendencias de la explotación de las personas, ayudando a las organizaciones a comprender y proteger mejor sus cadenas de suministro. 

Según la Organización Internacional del Trabajo (ILO por sus siglas en inglés), la trata de personas es una industria que genera 150 mil millones de dólares, donde la mayoría de este dinero viene del tráfico sexual. La segunda mayor parte de la trata de personas está relacionada con el trabajo forzoso, también conocido como esclavitud moderna. Los individuos más vulnerables a esta explotación son los pobres, los desempleados, los desplazados, los que carecen de experiencia o los que provienen de familias rotas. Los migrantes en todo el mundo siguen siendo muy susceptibles a la explotación laboral, y la falta de protección legal y de oportunidades económicas en los países de acogida, que, a menudo, crea situaciones en las que los migrantes pueden fácilmente ser víctimas de trabajos forzados o de malas condiciones de trabajo. La ausencia de ciudadanía oficial, en particular en los casos de trata de personas con fines laborales, también agrava el riesgo de explotación, ya que en muchas ocasiones los migrantes no pueden presentar denuncias oficiales.

Crear cadenas de suministro más sostenibles es uno de los retos que las organizaciones deben enfrentar en cualquier año corriente. Sin embargo, en el año 2020 han aparecido desafíos únicos como la pandemia del Coronavirus 2019 (COVID-19), que ha creado importantes interrupciones en la cadena de suministro y ha aumentado los riesgos para las operaciones comerciales en todo el mundo. A través de la herramienta de inteligencia de la Red de Evaluación de la Exposición al Riesgo de la Cadena de Suministro (SCREEN por sus siglas en inglés) de BSI, continuamos registrando incidentes de trata de personas en las cadenas de suministro de varias regiones en forma de contrabando de migrantes. Los migrantes involucrados en incidentes de contrabando son a menudo vulnerables a los abusos de los derechos humanos, incluida la explotación en sistemas de trabajo forzoso y las malas condiciones de trabajo. En 2019 y 2020, SCREEN registró un alto porcentaje de incidentes de violación de los derechos laborales de los migrantes, que representan el 42% de los incidentes registrados en 2019 y el 48% en 2020 hasta la fecha. De estos incidentes que involucran a los migrantes, el 50% en 2019 y el 52% en 2020 involucran condiciones de trabajo forzado, seguidas de violaciones salariales.  

Se han producido numerosos casos de trata de personas en las cadenas de suministro durante el primer semestre del año, y en el mes de junio se ha observado un aumento significativo del número de migrantes registrado en Europa, tendencia que continuó en julio. A principios de este año, Turquía optó por dejar de aplicar activamente su acuerdo de migración con la Unión Europea, permitiendo que los migrantes se congreguen a lo largo de la frontera entre Grecia y Turquía para entrar en la UE. Los países europeos expresaron su preocupación por el hecho de que el debilitamiento de las economías de los países más pobres obligue a más trabajadores migrantes a viajar, lo que aumentaría el riesgo para las personas vulnerables. Un gran número de trabajadores migrantes en Asia están ahora desempleados y pueden quedar varados lejos de sus hogares debido a los impactos económicos de COVID-19. Los trabajadores migrantes desempleados y desamparados pueden correr un mayor riesgo de ser explotados por los traficantes y pueden recurrir a las modalidades de la cadena de suministro para viajar al oeste en busca de oportunidades económicas o para volver a casa. En América, el COVID-19 disuadió cierta migración a través de los cierres de fronteras; sin embargo, los migrantes en América siguen viajando en dirección norte hacia los Estados Unidos. 

Las organizaciones que tratan de mitigar el riesgo de la trata de personas en sus cadenas de suministro deberían centrar su gestión del riesgo de la cadena de suministro en la identificación y evaluación de los proveedores en situación de riesgo y en la gestión proactiva del riesgo. En Asia y Europa, los migrantes tienden a encontrar empleo en las industrias no estructuradas, que por lo general no están cubiertas por las leyes laborales. Como resultado de la ausencia de protecciones legales e inspecciones laborales, los migrantes en industrias, como la agrícola o la textil, son susceptibles de ser explotados debido a las malas condiciones de trabajo o los bajos salarios. La condición jurídica de muchos migrantes expone aún más a estas personas al riesgo potencial de explotación laboral al restringir la capacidad de presentar denuncias oficiales. Además, el carácter estacional, y por lo tanto temporal, del trabajo agrícola suele obstaculizar los esfuerzos de investigación, ya que los trabajadores llegan a los campos para la cosecha y se marchan una vez terminada la temporada. Así pues, la presencia de mano de obra explotada sólo existe en un período limitado, lo que permite que los empleadores la oculten con mayor facilidad.  

Los programas de gestión de riesgos y sostenibilidad más desarrollados involucran a sus proveedores para fortalecer su capacidad de adoptar procesos de debida diligencia cuando trabajan con los contratistas. Esto incluye saber cómo calificar a los contratistas, cómo los contratistas o personal de recursos humanos comunican los términos de empleo a los trabajadores, cómo los trabajadores son contratados, cómo los proveedores entienden si a los trabajadores se les cobran honorarios, cómo los trabajadores son contratados en sus países de origen durante el proceso de contratación, y si los trabajadores pueden presentar quejas una vez contratados. Este nivel de debida diligencia por parte de los proveedores es poco común y requiere un desarrollo apropiado de las habilidades y sistemas de gestión.  

Muchas empresas que se encuentran en la primera línea de esa curva de madurez están invirtiendo en sus principales proveedores en esas zonas de alto riesgo para eliminar las tasas de contratación. El objetivo, desde una perspectiva laboral, se centra en la gestión del proceso de contratación. La contratación interna se realiza entre provincias, lo que difiere de la típica contratación de trabajadores migrantes de un país a otro. Al cuestionar el proceso de contratación, las empresas deben preguntarse cómo llegaron esos trabajadores a ese lugar, cuál fue el proceso, qué prácticas de gestión de riesgos se llevaron a cabo y el nivel de conciencia por parte del proveedor en relación con esos trabajadores concretos y los reclutadores en el proceso de llevarlos hasta allí. 

Estas medidas, junto con el día internacional para la concienciación del "Día Mundial contra la Trata de Personas" de las Naciones Unidas, contribuirán a crear una mayor conciencia de la cuestión de la trata de personas y a lograr los cambios necesarios para eliminar esa práctica.

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