El uso de las normas beneficia a las organizaciones gubernamentales de muchas formas, optimizando sus propios procesos o ayudando a crear enfoques alternativos a la reglamentación.
El gobierno puede reducir la burocracia tanto para el sector privado como para el público. Una forma vital de lograrlo es hacer que los reguladores y sus inspectores concentren sus esfuerzos en las organizaciones que presentan mayores riesgos, en lugar de incidir sobre todos, como a menudo ha sido el caso en el pasado.
Aquí es donde las normas resultan útiles. No para sustituir los reglamentos, sino para complementarlos. Las normas se configuran con las mejores prácticas, por lo que si una organización las utiliza, probablemente estará bien gestionada. Esto facilita a los reguladores decidir dónde concentrar su atención. Las normas sirven de base para un enfoque orientado al riesgo con respecto a la normativa.
Trabajamos en estrecha colaboración con el Gobierno británico en muchas áreas. Sus representantes participan en nuestros comités técnicos junto con los representantes empresariales, académicos y grupos de consumidores. Juntos, nos aseguramos de que los productos, procesos, nuevas tecnologías y nuevos servicios incorporen los conocimientos y necesidades de todas las partes interesadas.
El uso de nuestras normas también ayuda a lograr que los propios procesos del gobierno sean más eficientes, por ejemplo, eliminando residuos y obteniendo el valor máximo por su dinero en sus procesos de adquisición.
Finalmente, las normas sirven a los departamentos gubernamentales para fomentar el crecimiento de nuevos productos e industrias al ofrecer un conocimiento fiable y una normalización, a fin de que las nuevas tecnologías puedan trabajar de forma óptima con las tecnologías existentes.